Nos entramos en esta colmena fantástica los zánganos, y de nuestras deliciosas montas con la Abeja Reina nacen estos pollos, pobrecitos habladores.
sábado, 29 de noviembre de 2014
A VECES VIENE A VERME...
A veces viene a verme el hombre que me vende la miel. Sí, ya sé que dicho así parece una inconcreción y una estupidez, pero nadie me negará que eso es algo que en multitud de ocasiones, suele ocurrir. ¿A quién estando en su casa tranquilamente y en bambas, no ha ido a verlo siquiera una o dos veces al mes, el hombre que le vende la miel? A mí, particularmente, me parecería una falta de respeto y de consideración el hecho de que éste, después de hacerle el gasto, no se dignara hacerte una mala visita; pero no, en ese sentido estoy tranquilo y sé que no me va a fallar. A mí me gusta que venga de vez en cuando por casa el hombre que me vende la miel, fíjate... Al principio, charlábamos un rato los dos sobre aspectos más o menos concretos de la apicultura, pero como se nos quedaban pequeños, comenzamos a invitar a algunos vecinos, y todo aquel que no trabajaba (cosa habitual ahora, con los tiempos que corren) se unía a nosotros en tertulias que se prolongaban hasta muy entrada la tarde, dándose la circunstancia de que de esta especie de taller apicultor, han salido verdaderos entendidos en la materia, y no veas cómo disertamos todos por el mundo sobre picaduras y panales, habiendo montado una especie de Barraca que, al más puro estilo lorquiano recorre provincias y provincias ofreciendo de manera totalmente altruista, explicaciones y tarros. Lo dicho, a pesar de lo que alguien pudiera pensar, no me molesta en absoluto la visita periódica del hombre que me vende la miel; al contrario, eso me permite explayarme a todas horas sobre las excelentes propiedades que atesora el brezo, el tomillo, el eucalipto o el azahar, que, por otra parte, reconozcámoslo, están de rechupete, eh...
(Luis)
jueves, 27 de noviembre de 2014
A VECES, EN AGOSTO, ES LO QUE PASA
Cuando todo sucede,
y el verano aprieta,
y el ruido se adueña de las calles,
y el calor te orina las orejas
y después de la comida es imposible dormitar;
cuando las moscas se paran en tu pecho,
y el aparcar se ha vuelto una quimera
y el gamberro que pasa grita más
como un puñal que te quebrara al viento;
entonces,
ya se sabe,
es lo que pasa:
ese ruido,
el calor,
las moscas en tu pecho,
no encontrar aparcamiento,
y el gamberro gritando sin parar,
te llenan súbitamente de cabreo
y de desesperación.
No quieras encontrar el motivo en la mala suerte.
Tan sólo es lo que dije;
lo que pasa.
...y agosto.
(Luis)
A veces, en mayo, es lo que pasa
Veo luz desde mi agujero,
la humedad y el frío que nos
aletarga,
han quedado atrás.
La Aurora madruga,
el Ocaso trasnocha,
calienta más
el Sol,
pronto
llegará el verano.
Salgo entre
los rosales,
me arrastro
hasta los cactus,
me deslizo
entre sus espinas,
cazo moscas
incautas
y algún que
otro grillo.
Pienso con
mi cerebro de lagartija que
a veces, en
Mayo, es lo que pasa.
Moisés Coronado
sábado, 22 de noviembre de 2014
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