GUARIDA
Corrían
mis seis años
y
con él comenzó la huida,
de
los miedos que me acechaban,
de
los cambios que venían.
Pero
el bullicio era tal
que
mi voz no se oía
entonces
me refugié
entre
silencios y fantasías.
Al
amparo de la soledad
construí
mi guarida,
iluminada
con cuentos,
perfumada
con yo querría.
En
sus rincones escondí
las
lágrimas frías,
las
quejas que no decía,
los
momentos de rebeldía.
Con
el paso de los años
se
convirtió en mi finca
y
entre sus paredes
la
tímida ilusión vivía,
acompañada
por Campoamor
al
que Rubén Darío leía.
Entonces
cada vez
que
la realidad hería
volvía
presurosa
a
mi imaginación querida.
Pero
fueron tantas
las
horas compartidas
en
charlas sin palabras
en
inventos sin días
que
mi morada se hizo chica.
Entonces
ese mundo
se
hizo aluvión de tinta
que
se escapa por mi pulso
y
me libera día a día.
Corren
mis cuarenta y cinco
y
encontré nueva guarida
ahora
escondo mi dolor
y
las huellas de la vida
en
esa mansión llamada poesía.
LAURA
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