– ¡Señora rubia, eh, señor, el del bigote! ¡Vamos niña hermosa!
Vengan a mi puesto que vendo, ayyyy, más que vendo regalo.
Eh, vamos, vengan y miren, no cobro por mirar y…tengo…
Vengan y verán.
Tengo, las cartas de la suerte, de la ilusión. Reparto fortuna, calma y justicia.
Venga, señora rubia. Eh, señor del bigote. Vamos niña hermosa que las cartas malas no están.
– ¡Buenos días!
– ¡Hola, buenos días!
Elija su carta templao que cuando llegué a su casa verá su mundo cambiao.
– ¡No me diga, no me diga!
– ¡Claro señor!, usted es el primero y tiene todas las cartas de la suerte, de la mejor a la mucho mejor.
– Ya, ésta. Quiero ésta.
– Mu bien. Queda prohibido mirarlas en los restos de su vida. Póngala plegada en su pecho y después a un rincón y verá. Verá como toito en esta vida, reondito le saldrá.
– ¿Y dice que todas las cartas son buenas?
– Hombre, la suya seguro, usted no padezca que lleva la mejor. Venga acérquese y le cuento: Sólo cuando no queden casi ninguna, sacaré las malas y señor… ¡La suerte es la suerte!
Vengan, vengan, vamos que más que vender regalo.
Vengan, vengan…
¡Buenos días tendera!, ¿Qué vende?
¡Buenos días rubia! Le vendo su suerte.
Carmen de la Torre
(Carende)24/04/15
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