EL
PUEBLO ZAMPA
Érase
que se es, un pueblito pequeñito que forma parte del país
Dictionarium Antiquus, en él viven ciudadanos de varias etnias.
Los
Lepismanos, tan orgullosos ellos de su casaca plateada.
Las
señoras Polillas Tineolas, tan pomposas y atildadas.
Por
los aledaños del pueblo merodean Don Cucarachón y su señora Dña.
Negra, una morena contoneante.
La
vida del pueblo gira en torno del Médico Don Cotiledón, que visita
y alivia a todos sus vecinos en los momentos de apuro y dolor.
Dolores
de barriga. ¿Qué ha comido usted señora? Doctor no lo pude
remediar, encontré una palabra tan bonita, luzbel y comí hasta
hartarme.
Tome
Ud. estas pastillitas y mejorará pero otra vez coma Lechuga,
Lenteja, cosas más digeribles.
Pues
yo empecé una palabra larga, Aquelarre, pero no pude terminar de
comérmela, cuando estaba a mitad me entró un dolor de cabeza que
todavía no puedo vivir en mí...
Pues
tómese estas gotitas, diez, antes de las comidas copiosas, ya verá
Ud. como mejora.
Después
de la consulta, en el bar, el Doctor se encuentra con Don Sisemucho
el filósofo local, ambos se sientan en una mesa para tomar unas
Latas.
Mi pacientes son tan incultos que desconocen el significado de las
palabras, por ese motivo son víctimas de ellas.
Pero
mi querido Doctor- dijo Don Sisemucho, el peligro de las palabras no
es que estén en la lengua de todos los días, sino que interiormente
en nuestros pensamientos gobiernan enteramente nuestra vida, hacen
que seamos buenos o malos y que nos castiguemos cuando hacemos algo
que en la moral imperante esté mal hecho, poniendo incluso la vida
en peligro. Nos las tragamos aquel día de nuestra lejana infancia,
pero siguen produciendo daños hoy y hasta el final de nuestros días,
por los siglos de los siglos si no reprogramamos nuestro cerebro.
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