lunes, 21 de diciembre de 2015

El pueblo Zampa. Por Rafael González

EL PUEBLO ZAMPA
Érase que se es, un pueblito pequeñito que forma parte del país Dictionarium Antiquus, en él viven ciudadanos de varias etnias.
Los Lepismanos, tan orgullosos ellos de su casaca plateada.
Las señoras Polillas Tineolas, tan pomposas y atildadas.
Por los aledaños del pueblo merodean Don Cucarachón y su señora Dña. Negra, una morena contoneante.
La vida del pueblo gira en torno del Médico Don Cotiledón, que visita y alivia a todos sus vecinos en los momentos de apuro y dolor.
Dolores de barriga. ¿Qué ha comido usted señora? Doctor no lo pude remediar, encontré una palabra tan bonita, luzbel y comí hasta hartarme.
Tome Ud. estas pastillitas y mejorará pero otra vez coma Lechuga, Lenteja, cosas más digeribles.
Pues yo empecé una palabra larga, Aquelarre, pero no pude terminar de comérmela, cuando estaba a mitad me entró un dolor de cabeza que todavía no puedo vivir en mí...
Pues tómese estas gotitas, diez, antes de las comidas copiosas, ya verá Ud. como mejora.
Después de la consulta, en el bar, el Doctor se encuentra con Don Sisemucho el filósofo local, ambos se sientan en una mesa para tomar unas
Latas. Mi pacientes son tan incultos que desconocen el significado de las palabras, por ese motivo son víctimas de ellas.
Pero mi querido Doctor- dijo Don Sisemucho, el peligro de las palabras no es que estén en la lengua de todos los días, sino que interiormente en nuestros pensamientos gobiernan enteramente nuestra vida, hacen que seamos buenos o malos y que nos castiguemos cuando hacemos algo que en la moral imperante esté mal hecho, poniendo incluso la vida en peligro. Nos las tragamos aquel día de nuestra lejana infancia, pero siguen produciendo daños hoy y hasta el final de nuestros días, por los siglos de los siglos si no reprogramamos nuestro cerebro.



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