Solo decisión,
convencida de que no tenía
ni alternativa ni otra razón.
Así....incrédula, descreída
me topé con aquellas valijas,
apenas unas escasas tres,
donde debía recoger la vida
que había echo hasta ahí.
¿Cómo guardar en tan poco espacio,
treinta y seis años y dos meses más?
La selección de lo que llevarme
empezó a rasgar mi condición,
porque era imposible acomodar
de manera confortable y liviana,
tantos amores,tantos amaneceres,
tantas horas de charlas entre mates,
tantos días de salado sabor,
tantas noches de desvelo
solo por ver...como las estrellas...
dan la espalda al sol.
¿Dónde colocar los abrazos amigos,
que del naufragar me salvaban?
Todo parecía imprescindible
pero imposible de empaquetar,
así que vestida de practicidad,
comencé a desmontar mi existir,
éstos cuadros para Fulano,
la mesa y la tele para los papás,
¿ésto...lo querés vos?,
aquello es para la basura,
esa caja no te olvides..
me la tenes que guardar.
Entonces llegó el turno de ellos,
nuestras mascotas: Scott,Sam,Dina ...
cuya partida me hizo descubrir
un llanto nuevo, amargo,hiriente,
era el alma de mis hijos desangrando.
Aturdida...absolutamente quebrada,
envuelta en lágrimas mías y de mi gente,
arropada por palabras de aliento,
que no coincidían con sus rostros...
rostros desencajados y sin luz,
que me demostraban cariño y dolor,
y de los que tuve que huir,
para evitar... no dejarlos.
Pasaporte,pasajes...checking,
la inercia movía mi cuerpo,
que entre aturdido y helado,
peleaba contra el impulso,
de volver la mirada atrás.
Un saludo de “Bienvenidos a bordo”,
cinturones de seguridad,motores,
un pájaro frío e insensible,
desplegaba confiado sus alas,
mientras las mías...mis alas...
ésas que hicieron de mí lo que soy,
ésas de cuajo se quebraron!!!
Laura
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