viernes, 1 de enero de 2016

El pozo de las palabras. por Moisés Coronado.

D. Julián, el profesor de Castellnor, se había jubilado y su plaza la ocupó D. Valentín, un profesor que en poco tiempo, demostró ser muy bueno, cariñoso con los niños y condescendiente con los padres, los días que no daba clase, después de comer, jugaba una partida de dominó, (juego en el que era un lince), con el alcalde, el cura y el dueño del único bar que había en el pueblo, pero su distracción preferida, después de terminar las clases, era coger un grueso libro y en la soledad de una cueva cercana, se sentaba tranquilamente a leerlo…, allí nacía un alegre manantial que alimentaba un pozo, algo retirado, del que los vecinos sacaban agua para beber, pues era buenísima.
Lo que no se podían imaginar los vecinos es que ese libro fuera un diccionario, D. Valentín tenía la obsesión de aprendérselo de memoria, extraer su sabiduría, tarea que le llevaba todo el tiempo que tenía libre, leía las palabras y las descripciones en voz alta, pero cuando una palabra se le ponía difícil, la describía una y otra vez levantando más la voz hasta que la aprendía, el eco devolvía la palabra, reverberaba en toda la cueva y el agua del manantial elevaba el tono de su risueño cantar.
Pasados unos años, D. Valentín seguía acudiendo a la cueva con su diccionario y se dio cuenta que cuando comenzaba a leer, el manantial se tornaba más divertido, como si se deleitara con su lectura, él también se encontraba más alegre, más eufórico…., sin percibirlo habían conseguido una conexión espiritual, intercambiando buenas vibraciones, el profesor en esos momentos, se volvía agua y el agua, una fuente de sabiduría, que como espuma iba deslizándose hacia el pozo, que poco a poco y haciendo un esfuerzo inimaginable, fue aprendiendo el significado de todas las palabras.
En el pueblo ya sabían todos que D. Valentín llevaba a la cueva un diccionario, pues en una partida de dominó, el amo del bar le había dicho que los vecinos preguntaban, -¿qué clase de libro era aquel que le costaba tantos años leer?-, D. Valentín, recostándose en la silla, se echó a reír y le contó lo que hacía en la cueva, pero que no era labor fácil.
Una tarde, estando D. Valentín en la cueva con su tarea, una vecina que fue a coger agua al pozo, le preguntó, (gritando para que la oyera), el significado de una palabra y cuando el profesor iba a responderle, se oyó un voz de ultratumba, fuerte y clara, que salía del pozo, contestándole…, la mujer soltó el cántaro, y espantada salió corriendo hacia el pueblo gritando -¡¡el pozo habla, el pozo habla!!-, algunos vecinos se arremolinaron alrededor de ella y le preguntaron que como había sido y la mujer casi sin aliento por el susto, les explicó lo que había sucedido. Mientras tanto el profesor, pasado el primer sobresalto y sin dar crédito a lo que había oído, se aproximó al pozo y comenzó a preguntarle algunas palabras, contestándole este rápidamente, en ese instante subían por el camino los vecinos, escépticos, atropellándose unos a otros para ser los primeros en llegar y preguntarle, pero todos pararon de golpe al oír la voz firme que salía del pozo y le respondía al profesor.
Han pasado muchos años desde que ocurrieron los hechos y esa leyenda continúa viva, gentes de todos los lugares acuden a oír semejante maravilla, ha supuesto el resurgimiento de Castellnor y los vecinos se sienten muy orgullosos con su pozo, que además de agua les da sabiduría.




Moisés Coronado, Noviembre de 2015. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario