A veces me
gusta cantarle al viento.
Invisible me
despierta con la aurora entre silbidos y ululares.
Etéreas las
notas coquetean con las hojas de los arboles suspendidas en la nada.
Los plumeros
ejecutan su delicada coreografía al son que les marca la brisa.
Esbeltas
palmeras agitan las hojas vitoreando su enérgico paso.
Me maravillo
con la belleza de su equilibrada presencia.
A veces…, el
viento me lo agradece.
Moisés Coronado, Diciembre de 2016.
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