jueves, 14 de enero de 2016

Mis uniformes. Por Moisés Coronado

¿Andar yo uniformado por la vida? ¡¡Nunca!!. Esto es lo que yo pensaba hasta el pasado lunes, que en la clase de escritura creativa, el profesor nos mandó una redacción sobre los uniformes que, unas veces obligado y otras voluntariamente, hemos llevado a lo largo de nuestra vida…, esto me hizo reflexionar, volviendo atrás en el tiempo, y estimo que verdaderamente he lucido más uniformes de los que me hubiera gustado…
El primero fue a los seis años, cuando entré en el “Colegio Ntra. Sra. de Begoña”, aunque el uniforme no estaba visible, se sobreentendía que era, de las “Juventudes del Régimen”, todas las mañanas, antes de entrar en clase, formado en fila con todos los niños del colegio, cantaba el “Viva España”, Himno Nacional.
 También de uniforme, a los ocho años, con varios niños y niñas del mismo barrio, tomé la primera comunión, me pusieron un traje de “buena persona” muy elegante, blanco, al estilo de la época.
A los trece años, cuando entré en la “Escuela de aprendices de A.H.V.”, el uniforme del taller consistía en un “mono amarillo”, admiración de la mayoría de chicas del pueblo…, ante las que nos exhibíamos…, algo más tarde, en la pubertad, los uniformes fueron voluntarios, después del colegio, unas tardes, me ponía el de roquero y otras el de hippy, según conviniera, era lo que se llevaba entre la juventud del momento.
Luego vino el uniforme de militar, “Infantería de Marina”, un uniforme muy bonito y elegante de cara al público, pero no tan agradable vivido desde dentro, diecinueve meses de servilismos y afrentas, todas mis aspiraciones, promesas e ilusiones, retrasadas por un servicio militar, impuesto arbitrariamente y sin sentido.
Una vez licenciado, y pasado un tiempo, me engalané poniéndome el uniforme de esposo y a continuación conseguí el de padre, con los que he llegado hasta la actualidad, compartiéndolos, desde hace tres años con el de jubilado…,sin embargo, llevo seis años vistiendo el de abuelo, uniforme de lo más gratificante y satisfactorio, sin desmerecer estos últimos.


Moisés Coronado, Enero de 2016.

No hay comentarios:

Publicar un comentario