En la A.N.D.C.M. (Asociación Nacional de chistes malos),
podía entrar cualquiera, yo no lo sabía, pero mi amigo Manolo me lo dijo y
enseguida me apunté, yo pertenecía a una asociación de mi pueblo el C.S.C.C.M.
(Club Social de contadores de chistes malos), pero en esta asociación no había
futuro, pues cada día tenía menos socios.
En la A.N.D.C.M. cabía la posibilidad de que algún día
cogieran un chiste mío y me
promocionaran para concursar en el C.I.S.D.C.M. (Concurso internacional social
de chistes malos), aunque no consiguiera ningún premio, el mero hecho de
participar, te promocionaba para poder entrar en política y presentarte a las
próximas elecciones con el P.U.P.D.C.M. (Partido unificado para la defensa de
los chistes malos), si sacaba algún escaño, me conocería mucha más gente y de
esa forma me ficharían para la televisión en la C.I.P.C.M. (Cadena
independiente para el desarrollo de chistes malos), me verían en mi pueblo y
con un poco de suerte, podría llegar a ser alcalde, con el consiguiente
beneficio social y sobre todo económico, los del C.S.C.C.B. (Club Social de
contadores de chistes buenos), me envidiarían y Pepita, por fin se fijaría en
mí, pero por encima de todo, formaría mi propio partido, el F.R.N.C. (Frente
revolucionario nacional chistoso), en el que podrían entrar todos los
contadores de chistes buenos y malos, en las siguientes elecciones, seguro que
barríamos y yo, podría presentar mi candidatura para ser presidente de la N.M.C.D.E.
(Nación más chistosa de Europa).
Moisés Coronado, Abril de 2015.
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