Nos entramos en esta colmena fantástica los zánganos, y de nuestras deliciosas montas con la Abeja Reina nacen estos pollos, pobrecitos habladores.
lunes, 21 de noviembre de 2016
Raro
Dícese de todo aquel que posee rareza y la practica. De entrada, y contrariamente a lo que se piensa, ser raro no es ninguna desgracia. Hay quien muestra a veces compasión por alguien al que él considera raro, sin darse cuenta de que por el mero hecho de serlo, y según el dicho popular, ya tiene ganado el cielo, pues raro es el que alcanza la gloria después de muerto. La paradoja que se da en el raro es que él, a su vez, cree ver raros a los demás, produciéndose una peculiar contradicción que, debido seguramente a la rareza de ambos, nunca termina de aclararse, perpetuándose esta situación por los siglos de los siglos. Una parte ve raro al raro por su comportamiento en la sociedad: por demasiado callado o distraído, por su forma de vestir, por ser un simple empollón, etcétera, etcétera..., dando lugar a la burla y escarnio por parte de los que él, al mismo tiempo, considera raros de necesidad, ya que él es el único "normal." ¿Quiénes son los raros, los unos o los otros; los otros o los unos? Aquí entraríamos en otras consideraciones más concretas y definitorias por las que fuéramos capaces de alcanzar un resultado que nos despejara el dilema, pero no merece la pena. Además, qué leche... ¡vivan los raros! Hasta el nombre que se les da es corto y discreto, "raro". Cuatro letras de nada y que llegado el caso, si molestan mucho, en medio segundo se pueden borrar. Por cierto, raro será que yo, al final, no lo haga; o que me lo haga borrar alguien después de soltar este rollo. Y es que... tengo unas rarezas a veces...
(Luis)
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