martes, 3 de febrero de 2015

NADA ES MÍO

Dedicado a mi hijo pequeño en su marcha a Colombia

NADA ES MÍO

Siento la lluvia encendida sobre la tierra y los pinos,
 y mi mente se  difunde vagando errante, dudosa,
por los  tediosos repechos, por el matorral  umbrío.
 Ciega rompe la mañana.  En su laguna recóndita,
en el latir del silencio, procuro un meditar frío
donde adormezcan pavores y me anude la voz ronca. 

Rigen bramantes su ente, sirgas de fiel guitarra;
doblan acordes nocturnos, recreo de su alboroto,
rumor que versan sus ritmos, vivificando su plasma.
Por ello,  mueren mis llantos,  no destiñan sus contornos;
y disemino en su senda fulgores rubios y nácar;
a él incumben sus sueños,  combatir  luchas, ahogos.

Ay, Colombia, sé campiña de matices y candores
—te entrega su corazón—, tan sólo, sé pecho afable.
 Es mi desnuda paloma criada en pompas y algodones
en su zurrón van  empeños; de amparo, tus voluntades.
Guindan del pico sus obras,
los abre en tu fértil tierra por un vergel de corales.

-¡Adiós!... Alzo mi pañuelo, se iza angosto y temblando;
¡retumbos brotan del vientre a la madre que no canta!           
He aquí, el dolor proscrito, me punza,  me ha burlado.

 ¿Dónde está la fortaleza que infalible me guardaba?,
se derrumba mi baluarte, se marchó el buque angelado,
conduciendo  mi congoja,  a mi  hijo y  su guitarra.

Carende
16/01/10

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