martes, 10 de marzo de 2015


LA PALABRA HUIDIZA

      Existen palabras (todo aquel que escribe lo sabe bien) a las que no les gusta nada aparecer en escena. Cuando se dan cuenta del comienzo de cualquier relato, poema o comentario, ya se las arreglan ellas para que uno no las encuentre por ningún sitio. Tratan de esconderse a toda velocidad, acompañadas siempre de una especie de sonrisa burlona incapaz de detectarse a priori, y provocando ese tiempo de impass y búsqueda con urgencias, tan característico entre todos aquellos que gustan de juntarlas lo mejor posible con el fin de que sus escritos o discursos, queden a un nivel que merezcan consideración. Y es el caso, que conozco a una de ellas, vecina de mi barrio, a la que me es imposible, por desgracia, acercarme un sólo instante, y mira que lo intento... A veces, la veo que viene por la esquina de la calle Vocablos, muy erguida, resuelto el paso, acompañada de manzano, teatro y tibieza, y no sé qué ocurre; cuando va a llegar a mi altura, me quedo parado delante como un auténtico pasmarote pensando que ya la tengo a mi alcance, justo en el momento en que ella desaparece como por encanto, dejándome  a solas con las otras tres con lo vistas que las tengo... Mi frustración es enorme; el tiempo que llevaré tratando de que se acerque a mí y qué habilidad tiene para dejarme siempre con tres palmos de narices... Hace muy poco, obsesionado como estoy por llegar a intimar con ella y que podamos dialogar abiertamente y con toda naturalidad, decidí rondar su calle mañana y tarde con el fin de conseguirlo, pero albricias y duermevela, palabras amigas que saben de mi deseo, ya me han hecho saber que no pierda el tiempo, que me tranquilice y no la espere más; al parecer, ya hace unos cuantos días que cambió de domicilio y no la ve nadie por ninguna parte. Así que, en esas estoy; loquito detrás de una palabra que me quita el sueño, y ella, como siempre, haciéndose la estrecha.

(Luis)

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