Mis
hijos del alma.
En
una calle de mis juegos,
ésa
dónde rayuelas y manchado
esquinan
con escondites y Elcano,
recibí
el primero de mis regalos,
en
un setiembre primaveral.
Era
un muñeco de carne y hueso,
con
el que crecí y aprendí a cuidarlo.
Los
biberones se hicieron reales
y
también lavar pañales.
El
cariño y la ternura
me
enseñaban a cantar nanas.
De
tu mantecosa mano Daniel
los
regalos sorpresa continuaban
llegando
a mis pequeños brazos
una
lista tan querida e inesperada.
Fue
en la ventosa primavera,
pero
en andas de un octubre
que
Federico el revoltoso llegaba
para
dejar a upa de noviembre
a
mi novita Lucía que despertaba,
para
ver cómo diciembre
a
su prima Cynthia besaba.
Enero
caluroso comenzaba
y
con él Ayanell asomaba,
recibiendo
con una sonrisa
a
Génesis que de febrero saltaba.
Y
una doble alegría traía abril,
Tabaré
y Lorena serían al fin,
ellos
fueron quienes a mayo
a
Melody y Gonzalo robaron
para
rescatar de un frío junio
a
los primos Martín y Diego
que
no tenían frío ni sosiego.
El
invierno arreciaba en julio
y
un inquieto Pablo a verlo salió,
para
ver junto a sus primos
mi
enorme cara de ilusión.
Con
ustedes aprendí y crecí,
me
enseñaron a ser madre
pero
amiga, hermana y madrina
para
algunos también fui.
Mis
niñas eran las muñecas
a
las que vestía y fotografiaba
cual
princesas encantadas.
Con
mis niños supe de fútbol,
bicicletas,
espadas, trepar muros.
Compartimos
parques, cines,
bailes
de disfraces, tardes de mates.
Aprendí
con ustedes todos
lo
que es amor verdadero,
ese
que se da sin ningún precio.
Me
enseñaron a escuchar
aunque
nunca hablaran,
me
enseñaron a entender
sin
que se explicaran,
me
enseñaron a sentir
lo
que no contaban.
Entonces
poco a poco
construí
con todo eso
la
persona que llevo dentro.
Es
inmenso lo que por ustedes
mis
amados sobrinos siento,
y
aunque naciera mil veces
sin
duda alguna les cuento
que
elegiría siempre el camino
que
me lleve a sus encuentros.
GRACIAS
INFINITAS!!!
Laura
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