Cobijo
Amaino
mi tormenta
en
el cobijo de tus brazos
con
el canto del mar
amansando
mi callado llanto.
La
locura nos contempla
con
asombro pausado
pues
sabe de nuestro cariño
y
es cómplice en acompañarnos.
Al
amparo de la niñez
llegamos
a este barco
con
el que hoy surcamos
nuevos
ríos distanciados.
Pero
en tu agua mansa
aún
puedo sosegar mi alma.
Laura
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