Amanecí sombría, cansada,
con el peso de la rutina
descansando en mi almohada.
Me senté a desayunar
mientras analizaba
con juicio crítico
lo que me pasaba.
Para el almuerzo
las cosas aclaraban,
al desmadejar recuerdos
y rescatar esperanzas.
En la merienda hallé
lo que me faltaba...
aquel dejo de mí
que ya no estaba.
Preparé la cena
con tristezas y horas bajas
y se la ofrendé al sol
que se marchaba.
Me acosté ligera, ilusionada,
sin el peso de la rutina...
ahora sueño en mi almohada.
Laura
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